miércoles, 9 de noviembre de 2011

Odontólogos, estetas, figuraciones lo aconsejaron. Argumentos fueron: "vos que querés ser actriz" y demás ridiculeces, eructo de neuronas cuadripléjicas en el cerebro de la cotidianeidad (pero yo aseguro, con el aval de todas mis dudas, que cada cosa es, en esencia, un ridículo mayúsculo). Y hoy me miro en la pantalla y sonrío. Miro con más atención. Allí, mis dientes. Siempre falta uno. ¡Y yo, que quisiera ser actriz, debiera de tenerlos todos! Mi dentadura, no obstante, ha sido más generosa en dientes que mi frasco en caramelos. ¿Puedo ser actriz, faltándome caramelos en el frasco, pero no puedo, de carecer mi boca de un mísero, insignificante enano blanco? Incisivo lateral izquierdo para ser precisa. ¿Alcanza? Se sacude el mambo y, en la cresta de la ola, la vida me baila.