domingo, 13 de mayo de 2012

Vergüenza


Por suerte todavía tengo suficientes verboides debajo de la pollera como para escandalizar las ideas de mi nación desde la comodidad de mi fogón. 
Sólo que ocurre el atardecer de vez en cuando y me encuentro. La sangre, la fábula, la mentira de una primavera aguardan. El rey triste me señala con el dedo. Débil carne blanca, me has dicho, apátrida. Así te bosquejo detrás del edificio de un café. Oh, centinela. Por qué.